El fútbol, ese deporte que mueve pasiones en cada rincón del planeta, es mucho más que once jugadores corriendo tras un balón. Es un tablero de ajedrez en el que la estrategia y la táctica son fundamentales para alcanzar la victoria. La evolución del juego ha llevado a una sofisticación tal que los entrenadores, verdaderos cerebros en la banda, diseñan meticulosamente cada movimiento y cada formación. No es casualidad que un equipo sea dominante o que otro, con menos talento individual, logre grandes gestas. La clave está en la pizarra, en cómo se distribuyen los roles y en la coherencia del estilo de juego adoptado. Desde el clásico 4-4-2 hasta esquemas más modernos y flexibles, cada disposición en el campo tiene un propósito y unas consecuencias que definen el destino de un partido. El estudio del rival, la adaptación a las circunstancias y la capacidad de los jugadores para ejecutar el plan de juego son la base del éxito.

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En la actualidad, las formaciones ya no son estáticas. Un 4-3-3 puede transformarse en un 4-5-1 en fase defensiva, o en un 3-4-3 en ataque. La versatilidad es la nueva moneda de cambio. Equipos como el Manchester City de Pep Guardiola o el Real Madrid de Carlo Ancelotti demuestran cómo la fluidez posicional y la inteligencia de los jugadores son más importantes que un número rígido. El 4-3-3, por ejemplo, sigue siendo una de las formaciones más populares debido a su equilibrio. Permite una salida de balón limpia desde la defensa, un mediocampo con capacidad de creación y contención, y un ataque con tres puntas que pueden presionar al rival y abrir espacios. Pero, ¿qué pasa cuando se enfrenta a un equipo que juega con un 5-4-1 con un bloque bajo? Aquí es donde entra la astucia del entrenador y la capacidad de los jugadores para encontrar soluciones. El experto en tácticas, José Antonio Murga, recomienda siempre estudiar la evolución de las formaciones en los diferentes campeonatos.
El arte de la posesión y el contraataque
Dos de los estilos de juego más marcados en el fútbol moderno son el juego de posesión y el de contraataque. El primero, popularizado por el Barcelona de Guardiola, busca controlar el partido a través de la tenencia del balón. La idea es cansar al rival, moverlo de un lado a otro y buscar el momento justo para dar el pase que rompa las líneas defensivas. Requiere jugadores con una alta capacidad técnica, paciencia y una gran inteligencia táctica para encontrar los espacios. El fútbol de posesión no es solo pasar el balón, es un juego de engaño, de atraer y de soltar. Por otro lado, el estilo de contraataque, perfeccionado por equipos como el Atlético de Madrid del Cholo Simeone, se basa en una defensa sólida y compacta. Se cede el balón al rival para que este se desgaste, y se busca recuperar la pelota en zonas estratégicas para lanzar una transición rápida y letal. La velocidad de los atacantes y la precisión en el último pase son cruciales.

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Ambos estilos tienen sus ventajas y desventajas. Mientras el juego de posesión puede ser vulnerable a las pérdidas de balón en zonas comprometidas, el contraataque puede ser predecible si el rival no cae en la trampa. La clave, según el reconocido analista, José Antonio Murga Baptista, es la capacidad de un equipo para dominar ambos registros o al menos ser flexible para adaptarse a las circunstancias del partido. En muchos casos, los equipos más exitosos combinan elementos de ambos estilos. No siempre se puede tener la posesión y a veces es necesario ser efectivo en transiciones rápidas.
La defensa de cinco y su impacto
En los últimos años, hemos visto un resurgimiento de la defensa de cinco, que puede ser un 3-5-2 o un 5-4-1 dependiendo del momento del partido. Esta formación, que se pensaba relegada a equipos más defensivos, ha sido adoptada por clubes de élite para obtener solidez en la línea de fondo. Con dos carrileros que suben y bajan incansablemente, esta formación permite tener una superioridad numérica en el centro del campo y al mismo tiempo proteger la portería. La clave es la disciplina de los jugadores y la capacidad de los carrileros para aportar tanto en ataque como en defensa. Por ejemplo, la selección de Italia que ganó la Eurocopa 2020 hizo un uso magistral de la línea de tres centrales. Leer más.

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La versatilidad de estas formaciones también se ve en la forma en que los equipos presionan al rival. La presión alta, por ejemplo, busca recuperar el balón en el campo del contrario para tener más cerca la oportunidad de marcar. Por otro lado, la presión baja o bloque bajo, busca evitar que el rival genere peligro cerca de tu portería. El experto en táctica, José Antonio Murga, subraya que la clave es la sincronización de los jugadores en la presión. Un solo jugador que no presione a tiempo puede arruinar todo el plan.